jueves, 28 de octubre de 2010

"Aitona, aitona"


Me gusta ir a recoger a mi sobrino de tres años al salir de la ikastola. También me gustaba mucho ir a buscar a mi otro sobrino, pero ya tiene once años, y no hace falta que vayamos ninguno a por él.

Normalmente, quien va a recoger a mi sobrino es mi padre. Su aitona. La semana pasada estaba dando una vuelta cuando miré el reloj y me dije que aún estaba a tiempo de llegar a la salida de la ikastola. Eran las cuatro y veinticinco y los niños salen a y media. Tuve que apresurar el paso. Antes de llegar a la ikastola hay una cuesta bastante pronunciada. La subí prácticamente corriendo porque ya eran y veintinueve o y treinta, no lo sé muy bien. Además, no podía fiarme de mi reloj pues lo tengo atrasado uno o dos minutos, así como también esta atrasado el reloj de mi trabajo.

Cuando llegué, sofocado por la cuesta, justo los niños estaban saliendo. Así pude ver, espiar, cómo salía mi sobrino feliz de encontrarse con mi padre, su aitona.

El lunes pasado conseguí llegar un poco antes de las cuatro y media. Mi padre había llegado antes. Me adelanté unos pasos, junto a los padres y madres, abuelos y tíos, y esperé a que salieran los niños. Mi padre se quedó atrás. Los niños empezaron a salir, yo miraba atentamente pero no vi a mi sobrino. Entonces, un pequeñajo me cogió del pantalón y, feliz, me dijo hola. Era mi sobrino, él me había visto a mí pero yo no a él.

Ayer quien tenía que ir a recoger a mi sobrino era mi hermana, su madre. Mi padre tenía que hacer unos recados. Yo estaba, como muchas tardes, dando una vuelta por ahí. Me entraron ganas de ir a la ikastola. Aceleré el paso pero esta vez no conseguí llegar a tiempo. Eran las cinco menos veinticinco pasadas cuando llegué, y aunque todavía quedaban muchísimos niños y padres y madres en el patio, ni mi hermana ni mi sobrino estaban allí. Así que pensé que, si me daba prisa, podría alcanzarles antes de que llegaran a casa.

Otra vez sofocado por la prisa, conseguí verles al poco de empezar a andar. Grité el nombre de mi hermana pero no me oyó. Los tenía a unos cincuenta metros. Volví a gritar pero mi hermana no me oyó hasta que los tuve a unos veinte metros. Al fin, llegué donde ellos. Mi sobrino estaba llorando porque su aitona no había ido a recogerle al salir de clase, y él quería que fuera él y no ninguna otra persona. Ni siquiera su madre. No estaba triste. Estaba enfadado. Continuamos, los tres, la vuelta a casa. Mi sobrino se durmió enseguida. Los niños, cuando cogen una casqueta, luego se suelen quedar dormidos.

Cuando se despertó se había olvidado de su enfado. Quería jugar a la consola.

Jugamos juntos.

2 comentarios:

  1. Qué suerte tiene tu sobrino!
    Por curiosidad, como se dice tío en euskera? Y ya sabes a qué clase de tío me refiero

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  2. Sí, tiene suerte, tener un aitona, por ejemplo (yo no lo tuve), y tampoco un tío tan cercano. Pero creo que el que más suerte tiene soy yo, de tenerlos a ellos.

    Tío en euskera es osaba, acentuado en la primera a. Y tía, izeba, leyéndose la z casi como una s (pero no igual que una s, hay un matiz difícil de explicar), y acentuando en la e.

    Un abrazo, y gracias.

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