Seguiré el ejemplo de Onetti:
Escribir cuando no se puede fumar.
Hablo, claro, de la famosa anécdota según la cual, Juan Carlos Onetti escribió "El pozo" durante un fin de semana en que se quedó sin tabaco. En aquellos años, finales de los treinta, principios de los cuarenta, al parecer no se podía comprar tabaco en fin de semana. Los estancos o expendurías cerraban.
Le salió redondo "El pozo". Lo leí este año, en e-book. La primera novela que leí de Onetti fue "Juntacádaveres". Ah, qué humor, llamar a un chuloputas el "Junta...". Más tarde leí "La vida breve". Esa atmósfera de cuartos vacíos, de cuartos más que vacíos, solitarios. Un tío imaginando una ciudad, Santa María, y los ruidos del cuarto (solitario) de al lado. El médico solitario en su consultorio. Pidiendo a una mujer que se desnude.
Este año, además de "El pozo", también leí "El astillero", en la edición de bolsillo de Punto de Lectura. Tengo por ahí, esperándome, "Dejemos hablar al viento".
No está mal, esto de los chicles de nicotina. No, por ahora parece que funcionan.
Llevo una semana leyendo "Libertad", de Jonathan Franzen. Vaya, ya me queda poco para terminarla. Un par de días...
No es una novela que recomendaría a nadie. Es una buena novela, pero es bastante peñazo a ratos.
Por suerte, alterno la novela de Franzen con la lectura de unos poemas de Bukowski: "El padecimiento continuo".
Cuando termine el libro de Bukowski, voy a empezar con las "Poesías completas" de Cesare Pavese. De Pavese he leído algunas novelas. El diario, todavía no. Siempre he recordado ese poema que comienza:
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
Cuando termine la novela de Franzen..., no sé qué novela empezaré.
Algo más corto. Eso fijo.