miércoles, 24 de febrero de 2010

¡No me la pienso perder!

Cuando leí La caída del Museo Británico, me dije que tenía que leerme todo lo que encontrara de David Lodge. Así empecé (continué) con El mundo es un pañuelo (que leí antes de Intercambios, que era la primera parte), y luego seguí con uno de los mejores (y más amenos) ensayos literarios que se han escrito: el imprescindible El arte de la ficción.
Lo último que he leído de este simpático escritor inglés ha sido ¡El autor, el autor!, una suerte de retrato novelado de Henry James.
Creo que de los libros de Lodge, el que menos me gustó fue Terapia. Ahora, en unos días, el próximo 11 de marzo, saldrá a la venta La vida en sordina.

A Lodge le suelen echar en cara que siempre escribe las mismas novelas, protagonizadas por escritores, académicos universitarios. Pero es que, a los que nos gusta Lodge, nos gusta precisamente por eso.

Por sus protagonistas.

Por sus historias de líos y faldas.

Por su humor.

Cuando la universidad fusionó el departamento de lingüística con el de inglés, el profesor Desmond Bates se acogió a la jubilación anticipada, pero no la disfruta. Añora la rutina fecunda del año académico y ha perdido el interés por la investigación. El tardío éxito profesional de su mujer, Winifred, cobra cada vez mayor pujanza y reduce al marido al papel de acompañante y amo de casa, al mismo tiempo que el aspecto rejuvenecido de la cónyuge torna más incómoda la conciencia de la edad que les separa. Solo interrumpen la monotonía de la vida cotidiana de Desmond los fatigosos viajes a Londres para comprobar el estado de su padre, un anciano de ochenta y nueve años, antiguo músico de una orquesta de baile, que tercamente se niega a mudarse de la casa que evidentemente no le ofrece condiciones de seguridad.
Pero estos descontentos no son nada comparados con la congoja de la pérdida auditiva, que es una fuente constante de fricción doméstica y de dificultad social. El profesor observa que en la imaginación popular, la ceguera es trágica y la sordera es por el contrario cómica, aunque para el sordo no sea plato de gusto. Por culpa de su sordera, Desmond Bates se ve enredado sin darse cuenta en las redes de una joven cuya conducta caprichosa e imprevisible amenaza con desestabilizar completamente su vida de jubilado. Alternativamente divertida y conmovedora, La vida en sordina es un brillante relato de los esfuerzos de un hombre por asumir la sordera y la muerte, la vejez y la mortalidad, la comedia y la tragedia de la existencia humana.

Fuente: Casa del Libro.

4 comentarios:

  1. No he leído nada de Lodge. ¿Cuál me recomiendas, Nathan? O quizás hago como tú y no me pierdo esta última.

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  2. Yo empezaría por "La caída del Museo Británico", Edda. Me reí muchísimo, además de que me encantó la ambientación, no sé, el Londres de los sesenta. Los problemas de un matrimonio católico que no quiere tener más hijos...

    Te lo recomiendo de verdad. Estoy seguro de que te gustará.

    Un beso.

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  3. Gracias, Nathan, tomo nota y mañana lo busco.

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  4. No sabía que el buen Lodge sacaba novela nueva. Son buenas noticias, sí señor. Nada hay más desestresante en momentos de agobio que una buena sátira.
    "El autor, el autor" me pareció una buenísima novela y de entre sus comedias universitarias me quedo, sin duda alguna, con "El mundo es un pañuelo".
    Gracias por la noticia y un saludo.

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