martes, 18 de enero de 2011

"Una historia conmovedora, asombrosa y genial" de Dave Eggers.


Voy a empezar la reseña de la primera novela (pero, ¿es una novela?) de Dave Eggers contando una anécdota que no viene a cuento. Para nada. El pasado viernes, en el curro, me tocó atender (y ayudar) a una chica negra. Qué gusto dar trabajar así. Era simpatiquísima y, cuando se fue, a pesar de que no pude ayudarla mucho, se despidió de mí sonriendo-me y agitando la mano. Luego llegó mi jefe. Le conté: “antes he atendido a una chica negra”. O “antes he atendido a una chica, negra”. “Bueno, y qué tiene que ver que fuera negra”. “Que era guapa”. “Muy guapa”. “Estaba muy buena”.

¿Qué tiene que ver la chica negra con la novela o las memorias ficcionadas de Dave Eggers?

Pues ya lo he dicho antes.

Nada.

De.

Nada.

(Está bien esto de poner puntos y aparte así, sin ton ni son. Hace que el texto parezca más






largo).

El libro de Eggers se titula en castellano “Una historia conmovedora, asombrosa y genial”. No sé muy bien si es la traducción exacta. En inglés es “A Heartbreaking Work of Staggering Genius”.

Al parecer, pero sólo al parecer (porque no se puede saber muy bien cuando Eggers nos está contando algo verídico o no), también se barajaron otros títulos:

(Aquí deberían ir los otros posibles títulos, pero me he pasado media hora buscando y no los he encontrado).

Bueno, el caso: el libro cuenta cómo los padres de Dave la palman los dos a la vez, más o menos con un mes de diferencia. Y cómo, a partir de entonces, intenta empezar de cero, trasladándose a Berkeley, California. Al mismo tiempo, Dave se hace cargo de Toph, su hermano pequeño (al que lleva 13 años), aunque también tiene dos hermanos mayores (mayores que Dave), Beth y Bill.

Es un libro que habla de la muerte, pero sin caer en el sentimentalismo o en el melodrama. Pero es un libro que, por encima de todo, habla de vivir.

De las ganas de vivir.

El libro comienza antes de que comience en sí. Me explico: en la primera página, antes de la página de copyrights, antes del/ de los prólogos y agradecimientos y advertencias, el libro empieza con una frase contundente:

NO HACÍA FALTA.

Y luego vienen los prólogos que son, supongo, un guiño al famoso prólogo de “Moby Dick”. Aquí Eggers hace de todo: nos advierte de las normas y sugerencias para leer el libro, nos dice que nos podemos saltar los agradecimientos y el índice (sí, el índice es parte del prólogo; creo que en realidad lo llama prefacio), nos deja que leamos algunas escenas que en la versión final no se han incluido. Es divertidísimo.

El prólogo.

O el prefacio.

Qué más da.

Me ha recordado un poco a ese “aviso al lector” que hacía Cortázar en “Rayuela”: el lector puede leer sólo los capítulos imprescindibles, no hace falta que lea los prescindibles.

Algo así hace Eggers: te invita a saltarte el prólogo, si quieres. Pero confía, cómo lo hacía Cortázar, en que no lo hagas.

Es uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo.


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