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lunes, 6 de enero de 2014

Leer "Guerra y paz"..., ¿pero cuál?

La edición de Mondadori tiene unas mil cien páginas. La de Mario Muchnik (la que quizá sea la mejor) unas 1900, casi 2000. Luego hay un librito editado por Juventud que sólo tiene 500. Evidentemente es una edición abreviada. Si te lees esta edición no puedes pensar que te has leído "Guerra y paz". La edición de Mondadori se supone (será) que es la primera versión que dio como definitiva Tolstoi. Mario Muchnik incluso escribió un libro sobre la tarea de traducción de la novela. Les tomó cuatro años, traducirla, al Taller de Mario Muchnik. Creo que hay otra edición que toma la versión de Muchnik pero que incluye en un apéndice las frases en francés traducidas al castellano. Pero el gran problema de esta novela es lo GRANDE que es. No te la puedes llevar al trabajo así como así. Si hasta puedes hacer bíceps con este tochazo. Bueno, ya comentaré algo cuando la lea. Me temo que antes leeré "Los hermanos Karamazov". Más que nada porque sólo tiene 1000 páginas.

viernes, 5 de marzo de 2010

“El dependiente”, de Bernard Malamud (una no-reseña)


Otra tarde de viernes. Hoy no llueve, pero para el lunes pronostican nieve. El lunes no me toca trabajar. Hace un rato he llegado del lugar donde trabajo: me tenían que explicar el funcionamiento de una PDA. He charlado un rato con mi jefe, un buen tipo. De vuelta en casa, he encendido el ordenador. He curioseado algunas páginas (El Lazarillo, que ya no es anónimo, lo dicen en un artículo de El Cultural; también la reseña de una novela, en el mismo El Cultural, de una joven –jovencísima- escritora bilbaína, Aixa de la Cruz. La reseña la hace Ricardo Senabre. Este crítico, muchas veces, copia frases del libro analizado para dar cuenta de que son frases que no están muy bien escritas –me temo que en este blog podría hacer un festín...-. Leo esas frases y casi nunca veo porqué están mal escritas, no me lo parece, algunas veces, sí, pero la mayoría, no).

Después de curiosear en la página web de El Cultural, abro mi blog, esto que tenéis ahora en vuestra pantalla. Me digo que tengo que actualizarlo. Escribir una nueva entrada. Una reseña estaría bien. Pero como los últimos libros que he leído no me han gustado mucho, y a mí lo que me gusta es hablar de lo que me ha gustado leer (¿son muchos gustar en una sola frase?), lo que hago es pasar la mirada por las estanterías de mi biblioteca y buscar un libro, un buen libro, del que hablar.

Me topo con El dependiente, de Bernard Malamud. El dependiente es lo único que he leído de Malamud (bueno, también leí una tarde, en la biblioteca de al lado de la catedral, un par de cuentos suyos; El barril mágico, era el título de uno, del otro no me acuerdo). Tengo, en esas mismas estanterías donde acabo de toparme con El dependiente, otro libro del mismo autor: El reparador, pero éste todavía no lo he leído. El reparador ganó el Pulitzer. Lo tengo que leer, lo haré pronto...

Dicen que Philip Roth se inspiró en Malamud para el personaje del escritor E.I. Lonoff, que aparece en su novela La visita al maestro (The Ghost Writer, es el título en inglés). Lonoff era un escritor que escribía y escribía, y rescribía y rescribía, y volvía rescribir, y luego corregía y corregía, y seguía corrigiendo..., hasta que ya no era posible que el texto fuera mejor (¿Malamud también? ¿Todos los escritores buenos escriben y rescriben y corrigen tanto?).

En otro libro de Roth, El oficio. Un escritor y sus colegas, el autor de Pastoral americana (premio Pulitzer como El reparador) hace un retrato espléndido de un ya viejo Malamud. De un Malamud que ya no era, lo que escribía, tan espléndido. Malamud le da a leer a un no viejo Roth lo último que ha escrito, y el no viejo pero tampoco joven Roth se ve en la tesitura de tener que decirle a su amigo que lo que ha escrito es una mierda (no recuerdo si lo hace, si se lo dice, o si sólo lo piensa; no tengo el libro a mano para consultarlo).

Malamud murió poco tiempo después, en 1986. El que ahora es viejo es Roth. A mí me gustaría que Roth viviera eternamente, al menos, que escribiera eternamente. Pero, bah, tampoco es tan viejo... Después de todo, mi padre sólo tiene tres años más que él. Mucha vida, muchos libros, por delante. Ojalá...

Mucho rollo.

Se supone que iba a hablar de la novela de Malamud. Difícil, porque la leí hace tiempo y no me acuerdo de mucho.

Me acuerdo de que me gustó muchísimo, eso sí. Y que la hija del tendero, Helena (he tenido que mirar el nombre en el libro), leía El Quijote.

Leo en la contraportada que “por las noches lee a Tolstoy y Dostoievski y aspira a estudiar literatura”. No me acordaba de que leyera a Lev y a Fiódor. Me acordaba, me acuerdo, de Cervantes.

Así que no tengo mucho que decir sobre El dependiente. Me la tendría que leer de nuevo. Pero en lugar de leérmela otra vez, lo que voy a hacer es escribir que esta entrada no es una reseña, si no una recomendación.

Y ya está.

O sea:

Recomiendo:

El dependiente, de Malamud.

Y ya de paso, también:

La visita al maestro, y Pastoral americana, y El oficio, y cualquier cosa que haya escrito Roth. (Ahí tengo La humillación, su última novela, esperándome).

Y por supuesto a:

Tolstoy, y a Dostoievski (Crimen y castigo es una de mis diez novelas favoritas).

Y a Cervantes.

Pero esto de recomendar a Cervantes y a Fiódor y a Tolstoy me parece que es un poco idiota que lo haga. Me parece que es ¿insultar? a quien se tome la molestia de leer esta no reseña de Malamud.

Pero bueno, ahí queda.

Y una última nota:

La editorial El Aleph tiene previsto reeditar otra novela de Malamud: Los inquilinos.

No me la pienso perder.