Raymond Carver y Richard Ford eran amigos, es algo que (casi) todo el mundo conoce. Menos conocida es, al menos por estos lares, la amistad entre el autor de “Catedral” y el protagonista de esta entrada: Chuck Kinder, autor de “Lunas de miel”.
Mi descubrimiento de Chuck Kinder fue más o menos así:
Una tarde de hace dos o tres años, fui a la biblioteca en busca del libro de memorias de la primera esposa de Carver, Mary Ann Burk, titulado “Así fueron las cosas” y publicado por Circe. Lo encontré. Me puse a hojearlo y entonces leí que Circe también había publicado una novela escrita por un amigo suyo, un tal Chuck Kinder. Que dicha novela se titulaba “Lunas de miel”, y estaba protagonizada por dos escritores, trasuntos de Raymond Carver y el propio Kinder. En la misma biblioteca busqué la novela. La encontré. Me la llevé a casa.
Ya en casa “googleé” un poco y así me enteré de que a Kinder escribir esa novela le había costado veinticinco años de su vida. Que Michael Chabon había sido alumno de Kinder y que, parece, el autor de “Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay” se basó en Kinder para su personaje Grady Tripp, aquel profesor y escritor de “Chicos prodigiosos” que lleva un montón de años escribiendo una novela que no va a terminar nunca.
Leí “Lunas de miel”. Me encontré con una buena novela, aunque, vaya..., uno esperaba algo más grande teniendo en cuenta los 25 años de redacción... Descubrí a un Carver muy distinto del de sus relatos. Menos sobrio, y no, no es un chiste.
Para terminar, citar otras dos obras en las que aparece Raymond Carver como personaje literario: protagoniza un cuento (junto a Richard Ford) del último libro de relatos de Miguel Ángel Muñoz, “Quédate donde estás”. Y también aparece en el estupendo “El ángel literario”, de Eduardo Halfón, publicado por Anagrama.