Cuando te caes en la calle, lo primero que miras no es si te has hecho daño o no. Miras si algún cabrón ha visto la hostia que te has pegado y se está descojonando.
Así pues, me doy la hostia padre en las escaleras mecánicas de la Fnac. Miro a mi alrededor y el único que me ha visto es un viejo de barbas que no se ríe pero tampoco me pregunta si estoy bien. Me da un mareo. Voy a la caja y tengo que agacharme para no marearme más. El viejo cabrón se pone detrás de mí, en la cola. Le digo a la cajera vaya hostia me he dado, ahí en las escaleras, si hasta me he mareado, y me dice vaya. Y me cobra y ya está.
Si no pides un vaso de agua no te lo van a dar, por muy mala cara que se te haya puesto.
Hay gente que por no darte, no te da ni su desprecio.
Eso te pasa por ir a la Fnac. Si hubieras ido a una librería pequeña de las de toda la vida seguro que te sacaban una silla y hasta un café. Vamos, ni te hubieras dado una hostia porque esas librerías no suelen tener escaleras mecánicas.
ResponderEliminarhay frases, como la última, que siempre me hacen reir.
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