jueves, 20 de enero de 2011

"Crhonic City" de Jonathan Lethem.


Estoy leyendo la última novela de Jonathan Lethem: "Chronic City". No me esperaba que fuera tan buena. Jo, qué bien me lo estoy pasando.

Es como "El legado de Humboldt" de Saul Bellow + Woody Allen + Murakami.

Y bueno, lo de que se mencione un novelón titulado "La bruma indistinta" escrita por un tal Ralph Warden Meeker, y que el camello de uno de los protagonistas se llame Foster Watt es, simplemente, genial.

martes, 18 de enero de 2011

"Una historia conmovedora, asombrosa y genial" de Dave Eggers.


Voy a empezar la reseña de la primera novela (pero, ¿es una novela?) de Dave Eggers contando una anécdota que no viene a cuento. Para nada. El pasado viernes, en el curro, me tocó atender (y ayudar) a una chica negra. Qué gusto dar trabajar así. Era simpatiquísima y, cuando se fue, a pesar de que no pude ayudarla mucho, se despidió de mí sonriendo-me y agitando la mano. Luego llegó mi jefe. Le conté: “antes he atendido a una chica negra”. O “antes he atendido a una chica, negra”. “Bueno, y qué tiene que ver que fuera negra”. “Que era guapa”. “Muy guapa”. “Estaba muy buena”.

¿Qué tiene que ver la chica negra con la novela o las memorias ficcionadas de Dave Eggers?

Pues ya lo he dicho antes.

Nada.

De.

Nada.

(Está bien esto de poner puntos y aparte así, sin ton ni son. Hace que el texto parezca más






largo).

El libro de Eggers se titula en castellano “Una historia conmovedora, asombrosa y genial”. No sé muy bien si es la traducción exacta. En inglés es “A Heartbreaking Work of Staggering Genius”.

Al parecer, pero sólo al parecer (porque no se puede saber muy bien cuando Eggers nos está contando algo verídico o no), también se barajaron otros títulos:

(Aquí deberían ir los otros posibles títulos, pero me he pasado media hora buscando y no los he encontrado).

Bueno, el caso: el libro cuenta cómo los padres de Dave la palman los dos a la vez, más o menos con un mes de diferencia. Y cómo, a partir de entonces, intenta empezar de cero, trasladándose a Berkeley, California. Al mismo tiempo, Dave se hace cargo de Toph, su hermano pequeño (al que lleva 13 años), aunque también tiene dos hermanos mayores (mayores que Dave), Beth y Bill.

Es un libro que habla de la muerte, pero sin caer en el sentimentalismo o en el melodrama. Pero es un libro que, por encima de todo, habla de vivir.

De las ganas de vivir.

El libro comienza antes de que comience en sí. Me explico: en la primera página, antes de la página de copyrights, antes del/ de los prólogos y agradecimientos y advertencias, el libro empieza con una frase contundente:

NO HACÍA FALTA.

Y luego vienen los prólogos que son, supongo, un guiño al famoso prólogo de “Moby Dick”. Aquí Eggers hace de todo: nos advierte de las normas y sugerencias para leer el libro, nos dice que nos podemos saltar los agradecimientos y el índice (sí, el índice es parte del prólogo; creo que en realidad lo llama prefacio), nos deja que leamos algunas escenas que en la versión final no se han incluido. Es divertidísimo.

El prólogo.

O el prefacio.

Qué más da.

Me ha recordado un poco a ese “aviso al lector” que hacía Cortázar en “Rayuela”: el lector puede leer sólo los capítulos imprescindibles, no hace falta que lea los prescindibles.

Algo así hace Eggers: te invita a saltarte el prólogo, si quieres. Pero confía, cómo lo hacía Cortázar, en que no lo hagas.

Es uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo.


jueves, 13 de enero de 2011

"El arte de abandonar libros"


Llevo media vida leyendo (leyendo en serio, me refiero; si cuento cuando empecé a leer sin pensar en que leía, a los diez años, llevaría un tercio. Un tercio de mi vida), y me estoy dando cuenta ahora de que cuanto más lees, más veces dejas un libro a la mitad.

Esto no es culpa de los libros, claro está. No siempre, al menos. Tampoco creo que sea que con la experiencia (lectora) uno se haya vuelto más sabio y sea capaz de distinguir fácilmente qué es bueno y qué es malo. Que también, desde luego, uno aprende.

Pero no, empiezo a leer un libro, una novela, y sí, me doy cuenta de que tiene mucha calidad; sin embargo, no me llega. Puede ser que uno esté saturado, tantas veces las mismas historias, contadas de formas tan parecidas, sólo cambian los protagonistas, los escenarios.

Pero ya digo que no, que la culpa no es de los libros. No en mi caso. Cuando abandono un libro es, casi siempre, porque no tengo la mente (el cuerpo) para leer algo así en ese momento. Porque he empezado una novela de ochocientas páginas, por ejemplo, y me digo que uf, que voy a tardar un montonazo de días en terminarme este libro, y no es ahora cuando me apetece meterme en una historia para no salir de ella en un par de semanas. Ahora me vendría mejor leer algo cortito, algo que vaya al grano, no tengo paciencia estos días.

Así que cierro el libro (con culpa, la verdad) y lo dejo en la estantería.

Y allí se queda. Y muchas veces no vuelve abrirse, así que acabo regalándolo o dejando que se llene de polvo.

Pero muchas veces también sucede que, un tiempo después, lo vuelvo a coger. Y algunas veces, pocas, pasa que al volver a cogerlo me descubro totalmente encantado con su lectura. Y me digo, joder, en qué andaba yo pensando, qué pájaros tenía en la mollera para haberlo abandonado, la primera vez, tan libremente.

Para cerrar, me gustaría poner algunos ejemplos:

Abandoné “La conjura de los necios” en la primera página, la primera vez que intenté leerlo. Muchos años después (cuando digo muchos, digo, hum, cuatro o cinco) me lo llevé de vacaciones.

Hoy es una de mis novelas favoritas.

“El legado de Humboldt”, de Saul Bellow. Intenté leerlo un par de veces, con poco intervalo de tiempo entre uno y otro intento. Lo normal es que lo hubiera dado por perdido, pero lo intenté una tercera vez, y fue, además, poco después de las dos primeras intentonas. Y esta tercera vez no sólo conseguí leerlo. Lo disfruté muchísimo. Recuerdo que cuando la terminé, pensé: es ésta una de esas novelas que antes de leerla veías la vida de una manera, y ahora, después de leída, la miras de otra forma.

Tendría que poner ahora un ejemplo negativo. Algún libro que haya intentado leer varias veces y no lo haya conseguido nunca. O que haya conseguido leer, pero haya sido un completo chasco.

A ver, que piense...

Vale. Ya lo tengo: “La región más transparente”, de Carlos Fuentes. Ahí está, en la sala, si no recuerdo mal, en un pequeño armario que apenas se usa. Es una edición de Cátedra, de las negras, ya sabéis, letras hispánicas.

No he conseguido leerlo nunca.

Y no tengo ninguna gana de volver a intentarlo.

Pero ahí seguirá, en el armario de la sala o en otro sitio, esperando.

Creo que mucho, mucho tiempo...

viernes, 31 de diciembre de 2010

"Los mejores del 2010"


1) “La última noche en Twisted River”; John Irving.

2) “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”; Haruki Murakami.

3) “El pasado”; Alan Pauls.

4) “Los premios”; Julio Cortázar.

5) “Postales de invierno”; Ann Beattie.

6) “Verano”; J. M. Coetzee.

7) “Una vez Argentina”; Andrés Neuman.

8) “Los pichiciegos”; Fogwill.

9) “Hay quien no”; Ford Madox Ford.

10)

El mejor del año, indiscutiblemente, es el de John Irving. Los puestos 2 y 3 son intercambiables. Del 4 al 9, también. Y el 10 está vacío porque creo que si pongo uno dejo fuera a otros que también se lo merecen, así que dejo fuera a todos y se acabó. Me doy cuenta de que hay cuatro argentinos, curioso. El resto de los "premiados" escriben en inglés, excepto Murakami. Curioso, también.

"Postales de invierno" ha sido una relectura. La primera vez que lo leí no me dijo mucho. Pero esta segunda vez ha sido genial.

Había pensado hacer una lista más: aquellos autores que he leído por primera vez este año y que me han gustado lo suficiente como para querer seguir leyéndolos. Pero me he cansado de tanta lista. Me he aburrido. No habrá más listas, durante un tiempo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

"Los mejores del 2008"


-“Hermosos y malditos”; Francis Scott Fitzgerald.

-“Las noches de Flores”; César Aira.

-“Los detectives salvajes”; Roberto Bolaño (relectura).

-“La grande”; Juan José Saer.

-“Concierto del No Mundo”; A. G. Porta.

-“Las diez y media de una noche de verano”; Marguerite Duras.

-“La vida ante sí”; Roman Gary.

-“Léxico familiar”; Natalia Ginzburg.

-“Chesil Beach”; Ian McEwan.

-“1984”; George Orwell.

-“La información”; Martin Amis (relectura).

-“La broma”; Milan Kundera.

-“La inmortalidad”; Milan Kundera (relectura).

-“Libra”; Don DeLillo.

-“El jardín de los Finzi-Contini”; Giorgio Basanni.

-“La maravillosa vida breve de Óscar Wao”; Junot Díaz.

-“La romana”; Alberto Moravia.

-“El mal de Montano”; Enrique Vila-Matas (relectura).

-“Aflicción”; Russell Banks.

-“Leviatán”; Paul Auster (relectura).

-“El vuelo de Ícaro”; Raymond Queneau.

-“Los emigrados”; W. G. Sebald.

-“La hija del sepulturero”; Joyce Carol Oates.

-“La novela luminosa”; Mario Levrero.

-“La casa verde”; Mario Vargas Llosa.

-“La oscura historia de la prima Montse”; Juan Marsé.

-“Llámame Brooklyn”; Eduardo Lago.

-“Me casé con un comunista”; Philip Roth.

"Le pondré título cuando se me ocurra uno"

Hace unos momentos estaba con mi padre, mi sobrino el mayor, y mi sobrino el pequeño en la sala. Mi sobrino el pequeño estaba jugando a la Playstation, en el suelo. Mi padre y mi sobrino el mayor y yo estábamos en el sofá. Mi sobrino el mayor jugando con la DS. Mi padre y yo, mirando a nuestros nietos y sobrinos. Entonces, el pequeño se ha puesto a revolver en los cajones de debajo de la televisión buscando otro juego que poner en la videoconsola. Ha encontrado un sobre con fotos viejas. Nos las ha traído. Las bodas de plata de mis padres, hace..., en 1989, veintiún años. Qué barbaridad, qué jóvenes estaban, mis padres. Unos críos, casi.

Agosto de 1994, creo. Mi hermana, mis padres y yo, hemos ido a pasar unos días de vacaciones al pueblo. A mitad de mes, mis padres nos llevan a mi hermana y a mí a la estación de la capital. Nosotros, los hijos, regresamos antes de tiempo a nuestra ciudad. Ya somos mayores. Nos estamos haciendo mayores, los hijos, también nuestros padres.

Nunca hemos llorado tanto como aquella mañana, en el andén de la estación. Parecía que era el principio del fin. Los hijos mayores que se van, los padres viejos que se quedan.

Creo que así lo pensé, entonces. El principio del fin. Algo termina.

Y sin embargo, han pasado ya dieciséis años. Nada ha terminado. Aquello fue un principio, simplemente. Nada de final. Empezó algo nuevo.

¡Tantas cosas nos han sucedido desde entonces!

¡Tanto hemos vivido!

martes, 28 de diciembre de 2010

"Los mejores del 2007"


-“La higuera”; Ramiro Pinilla.

-“2666”; Roberto Bolaño.

-“Cambio de guardia”; Julio Ramón Ribeyro.

-“No es país para viejos”; Cormac McCarthy.

-“El coronel no tiene quien le escriba”; Gabriel García Márquez.

-“Bajo el volcán”; Malcolm Lowry.

-“Carpe diem”; Saul Bellow.

-“Frankie y la boda”; Carson McCullers.

-“El mercader de alfombras”; Philip Lopate.

-“Sobre la belleza”; Zadie Smith.

-“Campos de Londres”; Martin Amis.

-“El animal moribundo”; Philip Roth.

-“Siete mares, trece ríos”; Monica Ali.

-“Hoy, Júpiter”; Luis Landero.

-“Ahora es el momento”; Tom Spanbauer.

-“Desayuno en Tiffany’s”; Truman Capote.

-“Un día volveré”; Juan Marsé.

-“La decisión de Sophie”; William Styron.

-“La suerte de Jim”; Kingsley Amis.

-“Tala”; Thomas Bernhard.

-“Abril quebrado”; Ismaíl Kadaré.

-“La vida instrucciones de uso”; Georges Perec.

-“La defensa”; Vladimir Nabokov.

-“Todo cuanto amé”; Siri Hustvedt.

-“Tu rostro mañana” (las tres partes); Javier Marías.

-“El dependiente”; Bernard Malamud.

-“Parejas”; John Updike.

-“Mi vida como hombre”; Philip Roth.

-“El amante de lady Chatterley”; D. H. Lawrence.

-“Regreso a Howard’s End”; E. M. Forster.

-“Washington Square”; Henry James.

-“Cuando ella era buena”; Philip Roth.