jueves, 28 de enero de 2010

"La vida nueva"; Orhan Pamuk

Las sensaciones que he tenido con este libro han sido contradictorias: al leerlo, me daba cuenta de que estaba frente a una gran novela, una novela importante, que trasciende incluso la literatura en sí misma, pero no he llegado a empatizar con el protagonista ni con la historia.

Un joven triste se enamora de un libro. Ese libro simboliza, digamos, todos los libros, el hecho de leer en sí. A partir de esa lectura su vida cambia: ya no es, ya no puede ser el mismo de antes. Ha encontrado algo, pero también ha descubierto que hay algo más que le queda por conocer (encontrar): a ese algo más el protagonista lo llama el ángel, su ángel.

Largos e interminables viajes en autobús en los que se suceden accidentes en los que por momentos, difuminadamente, cree ver al ángel (uno no puede dejar de pensar en J.G. Ballard). Asesinatos, intentos de asesinato. Una conspiración contra los valores que trae Occidente. Detectives que llevan como alias el nombre de relojes (Seiko, Omega...). Unos caramelos llamados Vida Nueva. Un escritor de libros infantiles. Un asesinato en una ciudad perdida en un cine oscuro. Una vida nueva con una mujer y una hija. Canan, la mujer de la que el protagonista se enamora al mismo tiempo (o quizás por culpa de) el libro.

Siempre leo con un lápiz en la mano, y subrayo las frases que me dicen algo, o que simplemente me gusta como suenan. Hacía tiempo que no subrayaba tanto un libro:

Un día leí un libro y toda mi vida cambió.

Le gustaba la soledad, pero tampoco tenía tanta importancia porque también le gustaba la gente.

Escribir era el único trabajo de su vida, pero no el único motivo de felicidad.

-Yo siempre leo los libros subrayándolos. Haga usted lo mismo.

...leyendo avanzaba lentamente por un camino sin retorno... había perdido todo mi interés y curiosidad por ciertas cosas que había dejado atrás.

Era inútil buscar una vida y un mundo nuevos más allá de la escritura.

miércoles, 27 de enero de 2010

"Nada"

-No tienes nada –le dijo la doctora.

-No tengo nada.

-No tienes nada... No tienes familia, no tienes trabajo, ni amigos... Nada.

-Nada.

-Nada.

Se quedaron mirándose, estaba a punto de llorar. La doctora continuó:

-Y además te pica el culo.

-Y además me pica el culo.

martes, 26 de enero de 2010

La infancia recuperada (1)


Imágenes (polaroids) de la infancia, sí... Es lo que tiene ser el hermano pequeño.

viernes, 22 de enero de 2010

"Carta al padre"

Ahora, papá, que te estás haciendo viejo, sé que nunca conoceré a nadie como tú. Recuerdo la vez que tú y mamá vinisteis a despedirnos a la estación a A. y a mí, llorabais, llorábamos todos, como si nunca nos volviéramos a ver. Y sin embargo, apenas eran dos semanas las que íbamos a estar separados.

Estos días andas un poco pachucho. Hoy mamá te ha obligado a ir al médico, y tú te has cabreado mucho y la has regañado por haber pedido cita para la consulta sin haberte avisado. Pero, finalmente, a pesar de que nunca te han gustado los médicos, has ido y nos has dejado un poco más tranquilos. No queremos que te pase nada malo, como tú no quieres que nos pase nada a nosotros. Eres muy fuerte, mucho más de lo que nunca yo llegaré a ser. Hasta hace bien poco te levantabas todos los días, de lunes a sábado, a las seis de la mañana. Trabajabas hasta las dos del mediodía. Cogías el coche y llegabas a casa a las dos y media. Comías rápidamente, para estar de vuelta en la tienda a las tres y cuarto, tres y media como muy tarde. Te pasabas allí metido hasta las nueve o nueve y media. Volvías a coger el coche (lo cogías cuatro veces al día, dos para ir, dos para volver) y llegabas a casa casi a las diez. Cenábamos todos juntos, en la cocina. Y luego, te sentabas en un sillón de la sala a hacer las cuentas del día, mientras yo, tumbado en el sofá, veía la televisión. A las once u once y cuarto te acostabas. Estarías cansado, pero nunca se te notaba.

Nunca tuviste mucho tiempo, cuando era pequeño, para estar conmigo. Y, sin embargo, nunca te eché en falta, porque sabía que siempre pensabas en mí.

"La ciudad feliz"; Elvira Navarro

Si bien me gusta pensar que en la novela cabe todo (creo que es una frase que le he robado a Javier Marías), no se puede hablar de “La ciudad feliz” como novela, sí de “La ciudad feliz” como libro.

De un libro compuesto por dos novelas cortas: “Historia del restaurante chino ciudad feliz” y “La orilla”.

Descubrí a Elvira Navarro en su primer libro, “La ciudad en invierno”, libro formado por cuatro relatos que algunos pretendieron ver como una novela (una novela con una estructura muy moderna, y otras tonterías por el estilo dijeron algunos), siendo la propia Elvira la que dijo que no pensaba que fuera una novela. Que “La ciudad en invierno” es lo que es: cuatro relatos y punto.

Me interesé por ese libro fundamentalmente por dos razones: porque leí el elogio que hizo de él Enrique Vila-Matas, y porque procuro estar al tanto de lo que se escribe en España.

(Una tercera razón secreta es que vi una foto de Elvira y me pareció muy guapa, llevaba una foto blanca en el pelo y sonreía...).

Me gustaron aquellos cuatro relatos, y esperaba con curiosidad su próximo libro. Esta “ciudad feliz”.

De las dos novelas, la que más me ha gustado es la primera, la del restaurante chino. En ella se cuenta, a través de los ojos de un niño, las vicisitudes de una familia china que pone un restaurante en una ciudad que no se nombra, pero que es Valencia.

La segunda, “La orilla”, me ha gustado menos. Trata de la relación que se establece entre una niña y un joven vagabundo. Esta historia emparenta con los relatos de “La ciudad en invierno”, pero creo que está menos lograda.

Dicen que el segundo libro es el más difícil, que cuando un escritor joven destaca con el primero, tiene que demostrar con el segundo que es el buen escritor que parecía presagiar su primera obra. “La ciudad feliz” y “La ciudad en invierno” me han parecido dos libros de similar calidad. Espero, de nuevo, con curiosidad, el siguiente, el tercero. Me gustaría, como lector, que Elvira Navarro, en ese tercer libro, se alejara del tema de la infancia, que sus protagonistas crezcan unos años (los treinta me interesan, por razones obvias...).

Pero eso sólo es lo que me gustaría a mí. No sé qué les puede gustar a otros lectores.

miércoles, 20 de enero de 2010

"La vida real no me interesa"


Cuando le dijeron o lo dejas o te mueres, respondió:

-¿Y ahora qué hago?

Toda la vida levantándose temprano, yendo al estadio a primera hora, las mañanas y las tardes preparándose para la próxima carrera. Descansando las noches, porque descansar forma parte también del entrenamiento, sin permitirse ninguna fiesta. Ningún capricho. Nunca una cucharada de más.

¿Y ahora qué?

-Ahora tendrás que aprender lo que es la vida real.

martes, 19 de enero de 2010

Reyes 2010 (y 2)

Desde Rusia Bélgica con amor

lunes, 18 de enero de 2010

Buenos días

Una vez, al subir al autobús, la señora que iba delante de mí le dio los buenos días al conductor, a lo que éste respondió:

-Gracias, señora. Es usted la primera persona que me saluda en lo que va de día.

Desde entonces, siempre que subo a un autobús, lo primero que hago es decirle hola al conductor. A veces me responden, otras no.


Post scriptum: cuando voy a pinchar sobre el botón "PUBLICAR ENTRADA" recuerdo que Magnus Millsn trabajaba como conductor de autobús cuando se hizo conocido tras resultar su novela "El encierro de las bestias" finalista del Booker.

"El ladrón de almas"; Charles Baxter


A principios de 2008, leí en alguna parte (en algún medio digital) que RBA publicaría en otoño la última novela de Charles Baxter. Qué bien, me dije, pues había leído tres novelas de Baxter (creo que las tres novelas que se han editado hasta ahora en español), que me habían gustado mucho. En especial la primera que leí: Primera luz.

Pero llegó el otoño (de 2008) y la novela de Baxter no se publicó. Pasó el invierno y tampoco. Y luego la primavera y el verano y otra vez el otoño (bendito otoño), y la verdad es que ya pensaba que nunca (bueno, esto es mentira) iba a poder leer esa novela de Baxter que, me había informado, estaba ambientada en una universidad.

Como digo, desmintiéndome, sabía que algún día podría leer esa novela. No sabía el título. Hoy lo he descubierto: "El ladrón de almas", y la publicará, oh, sí, en febrero RBA.

Durante su época de estudiante en una universidad al norte del estado de Nueva York Nathaniel Mason entabla relación con varias personas singularmente enigmáticas: la seductora pero elusiva Theresa, la veleidosa Jaimie, y Jerome Coolberg, el más misterioso y cautivador de todos, y que además parece haberse apropiado de partes del pasado de Nathaniel sobre las que este no recuerda haberle contado nada. Es Jerome quien parece poner en marcha los acontecimientos que conducirán al colapso de Nathaniel y quien reaparecerá treinta años después, cuando este ha logrado reconstruir su vida, para sugerirle que puede que en realidad Nathaniel no sea quien cree ser… Una inquietante, lírica y sorprendente novela sobre la identidad y sus fantasmas, sobre el pasado que nos persigue, los recuerdos que nos engañan y los enigmas que ocultan las personas con quienes nos relacionamos.

Fuente: Casa del Libro.

"El síndrome Paradox"


Don Avenlino Diz de la Iglesia, es un personaje de "Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox", la novela de Baroja, que compra y compra y compra libros hasta que llega un momento en que no puede entrar en su propia biblioteca, así que lo que hace a partir de entonces es, cada vez que compra un libro nuevo, lanzarlo por un ventanuco hacia el interior del edificio.

Hoy he lanzado: “La isla de los perros”, de Daniel Davies. Sin embargo, no lo he incluido en la lista de futuras lecturas, sino que me he puesto con él esta misma noche. Leo y enseguida me doy cuenta de que no es el libro que esperaba. Mucho sexo y tal, pero aburrido, aburrido, aburrido. A pesar de todo sigo con él (el tema es interesante, el tema es follar), pero llegado a cierto punto lo dejo caer de mis manos.

Ahora sí lo lanzo. Haciendo compañía a los otros libros leídos o no leídos, pendientes o no de leer.

jueves, 14 de enero de 2010

"La guerra contra el cliché"


Decir que una novela está llena de clichés, se está convirtiendo en otro cliché.

miércoles, 13 de enero de 2010

"El Tercer Reich" (3)


No pensaba volver a escribir nada sobre "El Tercer Reich" hasta haberlo leído, pero acabo de leer en la web de una librería que su lanzamiento está previsto para el 4 de febrero, y no para el próximo viernes 15, tal como creía y había apuntado en el primer post dedicado a esta novela.


martes, 12 de enero de 2010

“Una definición (personal) de la ansiedad”


Preocupación por lo que todavía no ha sucedido y, seguramente, nunca sucederá.

"El proyecto Lázaro"


Hace dos semanas que empecé este blog y todavía no he escrito una reseña de ningún libro. Y eso que creé La soledad en agosto con la idea, básicamente, de hablar de libros.

En estas dos semanas he leído una novela de Galdós, El amigo Manso, otra de Marsé, Ronda del Guinardó, y esta de la que pretendo hablar un poquito, no mucho, El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon, escritor bosnio residente en Estados Unidos desde antes de la guerra, que escribe en inglés.

(En estos momentos estoy leyendo Providence, de Juan Francisco Ferré).

Cierro paréntesis.

El proyecto Lázaro:

Un escritor bosnio de escaso éxito, vive en el Chicago actual junto a su mujer norteamericana, a quien conoció en una fiesta de solteros (de solitarios, vamos). Este escritor, llamado Brik, es un trasunto del propio autor, pero no es el autor, claro. Se le parece mucho pero Hemon ha puesto las suficientes capas de maquillaje (de pintura) como para que la identificación autobiográfica no sea total. El tío no trabaja, escribe una columna para un periódico, que tiene muchos lectores, pero nada más. Se empeña en escribir un libro: El proyecto Lázaro.

Y aquí es donde entra la segunda historia, para mí la mejor de la novela:

Lázaro, un joven judío llega a Chicago a principios del siglo XX. Viene huyendo de los pogromos de la vieja Europa. América sería, debería haberlo sido, su segunda oportunidad, su segunda vida. Pero las cosas no son fáciles (nunca lo son para los que no tienen dinero). Una mañana se dirige a la casa del jefe de policía de Chicago. No sabemos a qué va, pero no saldrá de ella. Vamos, que lo matan. Cuento esto porque es el primer capítulo y no creo que le este jodiendo a nadie la lectura. Lázaro tenía una hermana, Olga, que será la que tenga que hacer frente a la muerte (al asesinato) de su hermano, y a la culpabilidad de este como presunto anarquista (terrorista).

Y esto es más o menos El proyecto Lázaro: dos historias aparentemente inconexas pero que guardan más paralelismos que a lo que primera vista pueda parecer.

Es una buena novela, pero no la súper novela que las citas de la contraportada y las solapas pretenden:

Se le compara con Sebald, pero yo no advierto ninguna semejanza con el estilo del autor de Austerlitz, salvo que Sebald en sus libros siempre incluía fotografías y El proyecto Lázaro, en su edición original (que no en la española, no sé porqué...) también lo hace.

Se dice que Hemon recuerda, también, a Nabokov, pero yo en El proyecto Lázaro no lo he visto por ninguna parte. Ah, pero claro: Hemon escribe en inglés no siendo ésta su lengua materna. Ya, entiendo...

Sí que estoy de acuerdo, sin embargo, con la siguiente cita incluida en la solapa:

Una novela profundamente emotiva que muestra sorprendentes paralelismos entre los Estados Unidos de hace un siglo y los actuales. KIRKUS REVIEWS.

Tal vez le quitaría el profundamente pero sí, la historia del, entre comillas, terrorista, Lázaro es una inteligente fabulación de lo que le podría pasar, hoy día, a un musulmán o a cualquiera que tenga la tez un poco oscura en los Estados Unidos u otro país de Occidente.



lunes, 11 de enero de 2010

"También esto pasará"


Es una frase que oí en una película y que, cuando lo necesito, suelo decirme a mí mismo. Supongo que quedaría muy bien decir que es una frase que recuerdo de una cinta de Truffaut o, de qué sé yo, de Eric Rohmer, o de Almodóvar incluso, por qué no.

Pero la verdad es que es algo que oí en La boda de mi mejor amigo, la película de Cameron Díaz y Julia Roberts (perdón por no acordarme del nombre de los actores).

Que sea una frase hecha, un tópico, o cómo se le quiera llamar, es algo que también me da igual. La frase me ayuda y eso es lo único que necesito.

viernes, 8 de enero de 2010

"Tantas horas"; un cuento



Ahora, cuando por las mañanas de camino al trabajo pasa por delante, y por la ventana del obrador ve la luz encendida y le llega el olor a pan recién hecho, se acuerda de cuando niño iba con su madre a comprar pasteles para su cumpleaños. Piensa, ahora, en aquella mujer, que entonces tendría poco más de veinte años, a la que él veía como una señora; a la que ve ahora, con algo más de cuarenta, señora ahora, sí, pero no entonces, hace veinte años. Una niña casi, hace veinte años.

Hay algo que le atrae de ella. Es guapa, siempre lo fue; quizá lo sea más ahora, con sus cuarenta y pocos. Pero hay algo más que le atrae de ella, no sólo la belleza. Piensa que puede ser su, no sabe cómo llamarle, ¿arte?; su destreza con las manos, su delicadeza al moldear la masa. Hay algo erótico en comer lo preparado por una mujer.

Sensual.

Otra mañana, la misma mañana, todas las mañanas, al pasar, le da por pensar en la vida que no conoce de esa mujer. Piensa en ella hace veinte años, todavía joven e inexperta, casi una niña, lanzándose a la aventura, al riesgo, de poner su propio negocio. La imagina ahora, levantándose a las tres y media o cuatro de la madrugada, las largas horas solitarias trabajando en el obrador hasta que, a las ocho, abre la panadería. La mañana entera despachando detrás del mostrador, nunca vestida al modo de las otras panaderas, con delantal blanco, sino siempre elegante, unos zapatos de tacón discreto, una falda negra y una blusa blanca. El rostro cuidadosamente maquillado, sin excesos.

Toda la mañana detrás del mostrador, sonriendo, hablando con las clientas.

Toda la tarde detrás del mostrador, sonriendo, sin que se le note el cansancio que debe ser mucho.

Otra mañana, la misma mañana, todas las mañanas, le da por pensar en qué vida habrá llevado. Abriendo de lunes a domingo, siempre sola en la panadería.

Tantas horas.

¿Será feliz?

¿Habrá sido feliz?

Todas las mañanas, todas las tardes, todas las madrugadas, tantas horas..., tanto tiempo, tan poco tiempo...

¿Habrá podido llevar una vida normal?

Tantas horas...

Otra mañana, la misma mañana, todas las mañanas, piensa en él... Tantas horas, piensa, aún soy joven, todas las mañanas yendo al trabajo, cuando todavía es de noche; todas las tardes, cuando ya es de noche y vuelvo a pasar delante de ella, tantas horas...

Aquella noche, una noche, al pasar de regreso a casa, mira adentro: la ve atendiendo a un cliente, sonriendo, pero...

...pero tiene más de cuarenta años y siempre la he visto así, sonriendo. Siempre ahí, siempre que paso, siempre está...

Pero siempre sola.

Tantas horas...

Tantas horas, piensa, pero ya no es en ella, en la panadera, en quien piensa.

Lo que recordaré del 2009

Vista desde las murallas

Había empezado a escribir un post con la idea de anotar diez bonitos recuerdos del año que terminó hace una semana, pero me quedé en tres. Así que pensé que no merecía la pena escribir nada sobre ello, pero hoy me digo que mejor tres que ninguno.

-Dos días después de Reyes, mi primer día en mi nuevo trabajo, y una nevada del copón.

-Una tarde lluviosa de Viernes Santo, una chica rubia tomando un café con leche con hielo. Dos besos y un adiós.

-Una tarde de noviembre, paseando por las murallas de Ciudad Rodrigo.



miércoles, 6 de enero de 2010

Ladrón de frases (2)


Había tenido la suerte de que se me otorgase la soledad, y esa soledad era la que debía explorar.


Antoni Casas Ros, El teorema de Almodóvar.

Reyes 2010

martes, 5 de enero de 2010

El Tercer Reich (2)

Udo Berger tiene veinticinco años y su pasión son los juegos de guerra. También tiene independencia económica y una novia a la que ama, Ingeborg. La pareja pasa unos días en el lugar de la Costa Brava donde él veraneaba con su familia. Udo hace instalar en su habitación una gran mesa donde piensa nuevas estrategias para el Tercer Reich, su juego. Y por la noche van a una discoteca y conocen a Charly y Hanna, otra pareja de alemanes. Cuando bajan a la playa, el imprevisible Charly les introduce en la comunidad del lugar, plena de turbios personajes como el Lobo o el Cordero, que tanto pueden ser trabajadores de verano como mafiosos; Frau Else, la guapa encargada del hotel, o el Quemado, un hombre desfigurado y del que nadie sabe nada, aunque insinúan que es extranjero, que fue torturado en su país... El Tercer Reich, un texto inédito escrito en el año 1989, es una espléndida novela de la primera etapa de Roberto Bolaño, el feliz hallazgo de un ejercicio narrativo donde el autor despliega algunos de sus grandes temas, como las extrañas formas del nazismo, o que la cultura –los juegos, o la literatura– es la realidad.


Fuente: Anagrama Editorial.

lunes, 4 de enero de 2010

¿Mi primer recuerdo?




Para Carmen

Siempre he creído que mi primer recuerdo es el siguiente:

Una mañana gris, de esas que amenazan lluvia. Tengo dos años y estoy con mi madre en la playa de Gros (a la que ahora también llaman playa de La Zurriola). La playa está completamente vacía, así la recuerdo. Pero en un momento dado, veo a una mujer (otra madre) con un niño pequeño desnudo. No sé si yo también estoy desnudo, no lo recuerdo, no sé si a mi madre se le ocurrió quitarme la ropa para que andara más cómodo por la arena. Pienso que este primer recuerdo mío debió de ser en primavera: de haber sido en verano, a pesar de las nubes, seguro que habría más gente; y en otoño y en invierno haría demasiado frío como para que aquella madre hubiera desnudado a su hijo.

Nos vamos acercando hacia ellos, hacia aquella madre y su niño. Siento curiosidad por el niño, debe tener mi misma edad. Lo miro, y entonces me doy cuenta de que ese niño no tiene pitilín. Y le digo a mi madre: Mira, ama, a ese niño el médico le ha cortado el pitilín (no sé si dije pito o pitilín, no puedo saberlo, pero sí creo que utilicé esa o la otra palabra). Mi madre, al oírme, se echa a reír. Nos hemos ido acercando más y más a la otra madre y a su niño, y así, mi madre, riéndose, le comenta a la otra señora lo que acabo de decirle. Ahora, las dos se ríen. No es un niño, es una niña, me dicen.

Ahora bien, sé que si dije esto es porque, alguna vez, en casa, alguien me dijo que los médicos cortaban pitilines (pórtate bien, que si no el médico te va a cortar el pitilín, podían haberme dicho). No, no “podían” haberme dicho, estoy seguro de que me lo habían dicho. Por lo tanto..., ¿no sería ese recuerdo anterior el primero, anterior a este de la playa? ¿No sería ese recuerdo el primero, a pesar de que no puedo verlo como veo el de la playa?

¿Una conciencia del recuerdo, más que un recuerdo en sí?



Nota: la foto es provisional. En breve (¿en breve?) pondré una de una mañana gris.

viernes, 1 de enero de 2010

"5 de septiembre de 1997"; un cuento


Para Abraham

Se acuerda de que era viernes y acababan de salir del último de los exámenes de septiembre. Llegaron a su casa y S encontró una nota sobre la mesa de la cocina:

S:

Se ha muerto tío F. Hemos ido al hospital.

Tu ama y tu hermana.

S empezó a maldecir en voz alta. Palabrotas. V, su amigo, leyó la nota y comprendió.

-Venga –le dijo a S-, te llevo en la moto.

-No sé...

-Que sí, tío, que te llevo.

V le dejó en la entrada del hospital. S fue al mostrador donde ponía información y preguntó por su tío F, acababa de morir, aclaró.

El hombre de detrás del mostrador no pestañeó. Le dijo que tenía que ir al tanatorio.

-Está al lado de urgencias –dijo, sin mirarle-. Sales por esa puerta y a la izquierda.

Tenía miedo porque no sabía cómo tenía que comportarse. Si daría la talla.

Qué le diría a su primo...

Pasó la puerta grande de urgencias y encontró la entrada al tanatorio.

Entró.

Ahí estaba su primo, sentado en un banco al lado de su novia y hablando con un hombre del que sabría después que era de la compañía de seguros.

Se miraron a los ojos. S, enseguida bajó la mirada. No sabía qué decirle y lo que finalmente le dijo no tenía mucho sentido:

-¿Qué ha pasado? –por qué lo preguntaba si ya lo sabía: el tío F había muerto por la enfermedad que había anunciado su muerte tanto tiempo ya.

Se sintió torpe, tonto. Le pareció, además, que su voz había sonado como aflautada. Ridícula.

Pero su primo le sonrió y extendió una mano hacia él.

Y ahora, no entonces, no aquel viernes 5 de septiembre de hace doce años, se da cuenta de que a su primo no le importó lo que dijo o lo que podía haber dicho, si pareció torpe o ridículo o de si su voz sonó como de pito.

Sabe, ahora, que a lo que su primo le importó fue que él, S, estaba allí.

Con él.